Aquí por siempre.

Todo tiene una salida. Una solución. Una vía de escape. Ésta es la mía.

martes, 28 de junio de 2011

Ël.

Baila sin ton ni son por mi mente jugando con todas mis neuronas y dándome a mi descerebrado cerebro un poco de sentido.

Jugamos, pues, a descifrarnos el uno al otro.

A ser niños.

A hacer el tonto.

A poder creernos algo que no todavía no logramos entender.

Ninguno de los dos entendíamos que es el amor, ahora sí.

Al menos yo.

Yo podría morir por él, podría darle mi respiración con tal de saber que será feliz.

Podría recorrer toda una ciudad descalza, incluso todo el universo con los ojos vendados si me lo pidiese.

Juntos encendemos con besos todo un país.

No obstante, no fue nada fácil llegar a donde nuestros pies se sitúan ahora.

Fue un largo camino, que de rosas poco tuvo; sin embargo, él es capaz de hacer florecer las más preciosas plantas en un árido suelo de cemento, y tiene el don de acolchar las caídas más dolorosas con elixir de la juventud, porque con él me siento una niña, su niña.

Y es que a pesar de todo, nadie quiere crecer, pero ya es hora de afrontarlo.

Un nuevo año.

Un año de grandes cambios, al menos en lo que a mí respecta.

Aún revivo aquella noche en que nos olvidamos de todo y fuimos sólo él y yo.

Todavía recuerdo lo que sentí en ese instante en el que se giró y sus labios se posaron ansiosos sobre los míos, deshaciendo mis principios en mil pedazos.

Y quiero clamarlo a los cuatro vientos, y reinventarlos para que llegue a todas las galaxias existentes el grito inaudito de que te quiero.

Porque mi cielo junto a él esto se hará más fuerte, los dos
alzaremos nuestras vidas al edén en un sueño insospechado por ver el despertar a su lado.

lunes, 27 de junio de 2011

Una gran espera. No sé cuán gigante puede ser mi recompensa no obstante no me importa. Sé que valdrá la pena hacer este esfuerzo. Hacerlo por él. Tan sólo son días que, unidos, uno tras otro, se vuelven semanas y estas, a su vez, meses. Dos. Dos meses en este caso. No sé si podré aguantarlo. No entiendo ya un solo día sin él, más dos meses. Mas sin embargo no queda otra que molestarse, haré otras actividades para evadirme y no malgastar el tiempo sin él. Malgastar. Gastar mal. Ni siquiera puedo malgastar el tiempo porque no quiero gastarlo, ni bien ni mal, si él no está aquí. Tal vez se me pasen rápido estos 60 días. Tal vez no. Pero lo que más me molesta es no saber cómo lo pasará él. O peor aún, saber que lo pasará mal. El hecho de hallarme lejos de él y conocer su mal estado hace que todas las tripas de mi cuerpo se deshagan para crear un puente que me lleve hasta él. Porque ÉL lo es todo. Mi tiempo, mi juventud, mi resurrección, mi alegría, mi vida. Mis dedos juegan por este maldito teclado mientras mi mente viaja en su búsqueda, lo imagino entre sus dulces sábanas, aferrado a ellas como si su vida se le fuese en ello. Sus preciados ojos color caramelo cerrados, soñando con sabe Dios qué fantasía de locura. Siente el calor en su espalda, está cansado. Sin más, da una vuelta sobre ese colchón de nubes. Sus labios, creados para besar y ser besados, están adormilados todavía, quizás relamidos por el loco sueño que está viviendo. Y ahora mi mente vuelve. No, no está allí, quizás esté ya trabajando. Sudándose su cuerpo y emanando su olor salado característico. Quizás, ojala, hoy haya tenido uno de esos días en los que nadie te da trabajo, en los que te lo dejan todo en bandeja de plata, pero eso son sólo utopías. No existe un día así donde él está, o eso me temo.

Está en una puta isla en la que a nadie le importa una mierda el de al lado si tienen su café a las 10. OH.

Sobre mi colchón ideológico.

Puede que sólo sea una perturbación enajenada.

Puede, tan sólo puede, que esto sea una utopía demasiado utópica revestida de tópicos típicos que hacen que todo sea mágico.

Puede que tus ojos no sean tuyos y sean del diablo más diabólico que jamás vivió en el infierno por ser desalojado gracias a su absoluta y ruin maldad.

Puede que tus palabras no sean verdaderas, quizás sacadas de una absurda y burda película llevada al éxtasis por esos dos enamorados.

Puede que tus labios no besen los míos del mismo modo que los míos lo hacen.

Puede que tus manos sean oscuras, lapidadas al olvido de futuras almas subyacentes por el dolor que ellas causarán.

Puede, quien sabe, que tu cuerpo sea sucio, debido a las somnolientas manchas del mal que quizás algún día, exhausto de tanta bondad y felicidad, realizó.

No hay nada demasiado claro pues nada se puede aferrar al paso del tiempo y nada, dicen es para siempre.

No lo creo. Ese para siempre tiene su significado en el ahora, en mis pensamientos, tal día como hoy, a estas altas horas de una madrugada más, o una menos, según se vea.

Y hoy, algo me dice que es para siempre.

Y puede que todo lo anterior sea cierto. Pero sólo es una mísera posibilidad entre las muchas que barajo. Todo se basa en eso, barajar. Cuantas más cartas barajemos, más posibilidades tendremos. Y tú tienes todas mis cartas. 100% de posibilidades de obtener nuestro objetivo común. Común. Bonita palabra, contigo forma un significado único y tergiversado por las malas lenguas pasan de un oído al otro sin especial magia para ellos. Sin embargo, ellos son ciegos por la estúpida sociedad que los enferma, y no voy a ser yo su médica. Ya bastante tengo con lo mío. Con lo nuestro. Nosotros somos diferentes, no obstante, tú y yo somos iguales; es parecido a luchar contra la corriente y encontrar a otro que también luche contra ella.

Puede que algún día me dé cuenta de que lo que hago está mal y que me traerá consecuencias.

Más quien no arriesga no gana. O eso dicen. Y yo soy de las que no saben perder. O más bien de las que nunca deja de ganar.